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Napoleón Bonaparte

Napoleón Bonaparte
“Si quieres algo bien hecho, hazlo tú mismo” – Napoleón Bonaparte

Napoleón Bonaparte nació el 15 de agosto de 1769, en Ajaccio, ciudad de Córcega, isla del Mediterráneo, que había sido adquirida por Francia un año antes. Después de haberse graduado en Francia, se unió a la armada y lo nombraron oficial de artillería en 1785, con tan solo dieciséis años.

Cuando la Revolución francesa empezó en 1787, Napoleón apoyó a los revolucionarios y, en 1793, lo promovieron a general de brigada. Se volvió asesor del Directorio, un grupo de cinco miembros que tenían poderes ejecutivos, otorgados por la nueva constitución francesa de 1795. Más tarde, ese mismo año, Napoleón sofocó un levantamiento que hubo en contra de la Convención Termidoriana en París y lo consideraron un héroe por haber salvado a la República. El honor también vino con un dinero considerable.  Además, le dieron el comando de los ejércitos franceses que estaban en Italia. Al mismo tiempo, Napoleón empezó a cortejar a Josefina de Beauharnais. Se casaron el 9 de marzo de 1796. Poco después, Napoleón se dirigió a Italia y ganó una serie de batallas contra los austriacos en el norte del país.

En 1797, se firmó el tratado de paz entre Francia y Austria, conocido como el Tratado de Campoformio. Al año siguiente, Napoleón trató de conquistar Egipto, pero no lo consiguió. Fue derrotado por el ejército británico, comandado por Horatio Nelson, en la batalla del Nilo. 

La inquietud crecía en Francia, así que Napoleón volvió a su país en 1799. Al llegar, se dio cuenta de que la mayoría estaba en contra del Directorio y vio una oportunidad de crecimiento personal. Se unió a un complot para derrotar al Directorio que puso fin a la Revolución francesa. Se formó, entonces, un nuevo gobierno, un Consulado, que tenía tres cónsules.  Cuando lo nombraron a Napoleón como primer cónsul, le dieron el título vitalicio. Así se convirtió en el nuevo líder de Francia. No perdió tiempo en hacer varias reformas: reformó el entrenamiento militar, centralizó el gobierno y reorganizó el sistema bancario y educativo. Estos sistemas siguen vigentes hoy en día en Francia.

La paz entre Francia y Austria no duraría mucho. En 1800 entraron de nuevo en guerra. Francia ganó la decisiva batalla de Marengo y quedó como el país dominante de Europa continental.

Hasta este punto, Napoleón tenía la idea de seguir expandiendo el territorio por todo el mundo. Sin embargo, dirigir un país tan grande como Francia es caro y él se estaba quedando sin dinero. Por eso, tuvo que venderle Luisiana a los Estados Unidos en 1803. Con esta acción, se acabaron las aspiraciones de un imperio francés en Norte América.

El 21 de marzo de 1804, el nuevo código civil francés, conocido como el Código Napoleónico, entró en vigor. Ayudaba a clarificar y a guiar las leyes francesas. Al mismo tiempo, Napoleón, cansado de que los realistas le cuestionaran el poder, remplazó el Consulado e instauró un imperio hereditario. También se declaró como primer emperador francés, Napoleón I, el 18 de mayo de 1804.  Fue consagrado emperador de Francia por el papa Pío VII en la catedral de Notre Dame el 2 de diciembre de ese mismo año.

El 21 de octubre de 1805, al comienzo de lo que se conocieron como las guerras napoleónicas, los franceses sufrieron su primer golpe cuando el navío francés fue derrotado por los británicos, bajo el comando de Nelson, en la batalla de Trafalgar. De aquí en adelante, Napoleón decidió focalizar sus recursos en las batallas terrestres. Así tuvo más éxito y pudo pelear contra los aliados de los británicos: Rusia, Austria, Suecia y Prusia, que se habían juntado para formar una gran alianza. Napoleón ganó Ulm y Austerlitz en 1805, Jena y Auerstädt en 1806, y Friedland en 1807. Los demás tratados que se firmaron dejaron a la mayoría de Europa continental bajo el control de Francia o aliado a ella.

Uno de los problemas asociados a los títulos hereditarios es que hay que asegurarse, valga la redundancia, de que haya herederos. Desafortunadamente, Josefina no se pudo quedar embarazada, así que la pareja se divorció en 1809. Casi de inmediato, Napoleón se casó con María Luisa, hija del emperador de Austria. El 20 de marzo de 1811 nació su hijo Napoleón Francisco Carlos José Bonaparte, quien se convirtió en emperador francés, Napoléon II, solo durante unas semanas en 1815. Napoleón II pasó casi toda su vida en Viena y se lo conocía en Austria como Franz, Duque de Reichstadt. Murió de tuberculosis el 22 de julio de 1832, a los veintiún años.

Como emperador de casi toda Europa del oeste, una de las políticas de Napoleón fue prohibir el comercio con Gran Bretaña. Sin embargo, el Zar Alejandro I de Rusia se negó a cumplir con este mandato. Por eso, Napoleón no tuvo más remedio que invadirle el territorio. En septiembre de 1812, el ejército francés había llegado a Moscú, pero la ciudad ya había evacuado y estaba casi toda destruida y quemada. La habían prendido fuego el mismo día que llegaron los franceses. Lo que sucedió después es considerado uno de los peores fracasos militares de la historia. Tan malo fue que Napoleón ordenó la retirada. El problema fue que era octubre y los valles por los que debían ir estaban cubiertos de nieve. De los seiscientos mil soldados que formaban parte en junio del gran ejército de Napoleón, solo diez mil quedaron en condiciones para combatir en noviembre.

Era solo lógico que Napoleón fuera a ser derrotado de nuevo. En octubre de 1813, los franceses perdieron la batalla de Leipzig y el control sobre Alemania y Polonia. Napoleón se retiró del Rin y, así, los aliados invadieron Francia y capturaron París el 30 de marzo de 1814. Por esto, lo obligaron a abdicar el 6 de abril y se lo exilió en la Isla de Elba, en la costa italiana.

Sin aceptar la derrota, Napoleón consiguió formar otro ejército y se escapó de la isla, con la idea de volver al poder.  Sin embargo, sus esfuerzos solo durarían 100 días, porque el 18 de junio de 1815 su derrota fue absoluta. Perdió la batalla de Waterloo contra Gran Bretaña, que estaba dirigida por el Duque de Wellington. Cuatro días después, Napoleón volvió a exiliarse, esta vez, en la isla de Santa Helena, en el Atlántico.

Los británicos dejaron una tropa de soldados allí y otra en la isla vecina de Ascensión para evitar otro escape. En diciembre de 1815, lo trasladaron a la Casa de Longwood ubicada en la misma isla. La residencia estaba en mal estado, húmeda y no era un lugar apto para vivir.

En febrero de 1821, la salud de Napoleón comenzó a deteriorarse y se murió el 5 de mayo de 1821, a los cincuenta y un años. A pesar de que él quería que lo enterraran a orillas del Sena, los británicos decidieron enterrarlo en la misma isla. Sin embargo, en 1840, el rey Luis Felipe I de Francia repatrió sus restos. El 15 de diciembre de 1840, se le brindó un funeral de Estado en París. Finalmente pudo descansar en paz, en 1861, cuando depositaron sus restos en un sarcófago ruso de cuarzo rojo, que se colocó en una cripta bajo el domo de Les Invalides.

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