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Sigmund Freud

Sigmund Freud
“He sido un hombre muy afortunado en la vida: nada me resultó fácil” – Sigmund Freud

Siempre se presume que hubo tres grandes personajes en la historia post época medieval que cambiaron la noción del ser humano y del funcionamiento del mundo. El primero fue Newton y su idea del universo tal como lo conocemos hoy. Otro fue Charles Darwin y su concepto del origen de las especies, que inculcó en el mundo la idea de la evolución. El tercero fue Sigmund Freud, quien descubrió que la estructura psicológica humana, no era tal como se la creía hasta el momento. Junto con su idea del inconsciente, Freud derrumbó miles de preceptos religiosos y terminó con las creencias que dictaban que las personas y sus mentes estaban ocupadas y dominadas por Dios y el Espíritu Santo.

Originalmente llamado Sigismund hasta sus veintidós años, Sigmund Schlomo Freud nació en Moravia, en el imperio Austriaco, lo que hoy es República Checa, un 6 de mayo de 1856.

Su padre, comerciante de lanas, tenía cuarenta y un años cuando Freud nació y ya tenía dos hijos. Uno de ellos, tenía la edad de la madre de Freud. Es decir, al momento de su nacimiento, Freud tenía un hermano de veintiún años y su madre (la segunda pareja del padre) tenía la misma edad. Sumado a esto, el hermano de Freud ya tenía un hijo, por lo que, antes de nacer ya era tío. Además de sus dos hermanastros, Sigmund tuvo cinco hermanas de sangre.

Más adelante en su vida, Sigmund confesaría que todas estas problemáticas y diferencias de edades familiares le habían influido la psiquis y la mente. De hecho, Sigmund siempre creció con la duda de quién era su padre: si quien decía serlo o su hermanastro.

En 1859, una crisis en el comercio y en la economía regional afectó fuertemente al negocio de su padre y, consecuentemente, a la economía de la familia entera. Por ese motivo, toda su familia decidió mudarse a Viena, con el objetivo de probar suerte en lo que en ese momento era la capital del imperio.

Allí, la situación económica de la familia Freud no mejoró. Sigmund tuvo una infancia bastante dura y pobre. La familia de Sigmund era de religión judía y, aunque no eran practicantes, esto les traería algunos problemas años más tarde, en la Europa Nazi. De todas formas, Sigmund nunca se consideró verdaderamente judío ya que, de adolecente, abandonó toda creencia religiosa.

Freud, además de ser un gran lector, era un excelente estudiante. Hablaba alemán, francés, italiano, inglés, hebreo, latín y griego. Además, aprendió el idioma español de manera autodidacta solamente para darse el gusto de leer El quijote de la mancha en su idioma original. Sigmund era un enorme fanático de Miguel de Cervantes.

Más allá de los problemas económicos de la familia Freud, sus padres apostaron mucho a la educación de Sigmund e hicieron un enorme esfuerzo para poder enviarlo a la Universidad de Viena en 1873. Allí, Sigmund comenzó a estudiar medicina, obsesionado con el “ser” de la condición humana. Mientras estudiaba, empezó a trabajar en un laboratorio, donde se dedicó a la investigación. Allí se volcó específicamente al estudio de las estructuras nerviosas, tanto de los animales como del ser humano.

En 1881 se recibió de médico especializado en la investigación humana. Un año más tarde conoció a quien sería su gran amor, Martha Bernays. Si bien no era lo que más le apasionaba, Freud empezó a trabajar como médico de oficio y abandonó el laboratorio de investigación, ya que no le brindaba un buen sustento económico.

Años más tarde, mientras ejercía la medicina, decidió especializarse en neuropatología. Esto sería lo que lo destacaría como figura histórica y médica a lo largo de su vida. 

Se le encargó el estudio sobre el uso terapéutico de la cocaína, que, en aquel entonces, poco se sabía sobre ellas y sus efectos. Si bien nunca fue adicto a la cocaína, es cierto que experimentó consigo mismo. Además, cuenta la anécdota, que, en su afán por querer tratar con cocaína a un amigo suyo adicto a la morfina, lo único que logró fue sumarle una nueva adicción.

A los 29 años, en 1885, lo nombraron profesor de medicina en la Universidad de Viena y le dieron una beca para profundizar sus estudios en París con el doctor y neurólogo Jean-Martin Charcot.

Gracias a Charcot, Freud se adentró en el mundo de la hipnosis y la neurociencia. De regreso a Viena, Sigmund puso su propio consultorio y estudió la histeria más en detalle a través de la hipnosis.

Consideraba que los síntomas de la histeria eran “manifestaciones de energía emocional no descargada, asociada con traumas psíquicos olvidados”. Lo que hacía Freud con sus pacientes era básicamente hipnotizarlos; es decir, “forzarlos” a recordar determinado suceso o evento que causara la histeria en el paciente, para luego tratarla y eliminarla.

En 1886 se casó con Martha y en los siguientes diez años tuvieron seis hijos: tres niños y tres niñas.

Freud fue mutando su modus operandi con sus pacientes, al punto de llegar a lo que hoy conocemos comúnmente como piscología. Dejó de usar el método de la hipnosis, para utilizar el método de la libre asociación. Es decir, ya no forzaba a sus pacientes a recordar problemas pasados, sino que, mediante conversaciones y preguntas, lograba que el paciente asociara libremente los sucesos anteriores con sus problemas actuales.

En el mundo científico, era visto como un disparatado y era motivo de burlas entre los médicos. Nadie creía en sus técnicas y métodos. En solitario y sin ayuda, Freud desarrolló por primera vez la teoría psicoanalítica, que explica tópicos como el inconsciente, la represión, la transferencia de pensamientos y más.

Luego de años de estudio, en 1899 publicó su famoso tratado La interpretación de los sueños. Este libro significó un cambio rotundo en la ciencia moderna, aunque, en su momento, tuvo muy poco éxito. En seis años, se vendieron solamente 350 ejemplares. Sigmund estaba convencido de lo que escribía, aunque no le fuera bien.

Al rededor de 1907, comenzó a ser relativamente conocido y a contar con algunos seguidores. En 1908 se celebró el primer Congreso de Psicoanálisis y, de a poco, comenzó a tener cierto reconocimiento. Empezó a dar charlas en asambleas médicas y, particularmente, en Estados Unidos, era tratado como un genio de la neurociencia y de la medicina.

En 1910 fundó la Sociedad Internacional del Psicoanálisis.

En 1923 le diagnosticaron cáncer de paladar por el lo tuvieron que intervenir quirúrgicamente treinta y tres veces. Se cree que la causa fue la adicción al tabaco. Freud fumaba en demasía.

En 1938 Austria se anexó a la Alemania Nazi. Al ser Freud judío, fundador de una teoría bastante poco aceptada y una persona que iba en contra de los preceptos religiosos, fue considerado enemigo del Tercer Reich. Por eso, sus libros fueron quemados y su familia y él perseguidos y hostigados. A causa de esto, al poco tiempo, Sigmund y su familia se exiliaron en Londres. El 23 de septiembre de 1939, muy deteriorado físicamente, le pidió a un médico amigo suyo que le inyectara una dosis letal de morfina, para tener una muerte indolora y pacífica. El padre del psicoanálisis fue cremado y sus cenizas reposan junto a las de su esposa.

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